No seria la cuestión poder blindar a los organismos autónomos de las voluntades políticas cíclicas? Son organismos autónomos pero al final serán vulnerables al congreso porque no tienen el nivel del mismo. Que pasaría si estos organismos autónomos (no solo el IFE) se les da la estructura constitucional similar a la suprema corte de justicia aunque con un alcance de responsabilidad limitado por su función?
Podemos criticar a la clase política de no ser demócratas pero viéndola de su punto de vista de político. Porque les conviene ser demócratas? A veces les conviene y a veces no pero ellos van a actuar según otras motivaciones. La conveniencia va a depender del andamiaje legal que rija su comportamiento electoral.
Que opinan?
From: luis arenal [mailto:larenal27@hotmail.com]
Lic. Luis Alfonso Arenal Blasco
PD.- YA es tiempo de las Reformas prioritarias.
Democracia sin demócratas
Héctor Aguilar Camín.- MILENIO DIARIO
La semana pasada me llamó una gente que respeto diciéndome que, según los extractos publicados en una revista, en el libro de Luis Carlos Ugalde sobre su experiencia en el IFE reconocía que las elecciones de 2006 habían estado mal.
No leí la revista ni sus extractos, pero pude leer una versión del libro antes de publicarse. En lo que yo leí no hay nada parecido al reconocimiento de una elección irregular.
Lo que sostiene el libro de Ugalde (Así lo viví, Planeta, 2008) es que la elección de 2006 fue una tormenta perfecta en la que nadie hizo caso de la pieza central del juego: la calidad misma de la elección, la coherencia de sus resultados en todas las instancias de medición y en la inspección de las miles de casillas que se impugnaron y se abrieron.
Instancia por instancia, de las encuestas de salida, a los conteos rápidos, a los conteos distritales, a la revisión de las impugnaciones, al veredicto del tribunal electoral, la elección de 2006 fue de una consistencia interna a prueba de todo criterio técnico o legal.
La calidad de esa elección la destruyeron los políticos en una sucesión de asaltos y presiones sobre la autoridad electoral, antes y después de la elección, que terminó en el descrédito institucional que hoy ronda al IFE, y contagia a otros institutos locales.
El libro de Ugalde es una descripción de los asaltos y presiones venidos, en distintos momentos, de todas las fuerzas políticas. Nadie dejó de arrimar leños a la hoguera donde acabaron quemando al IFE.
La crónica de cómo se armó la hoguera es, a mi entender, el corazón del libro de Ugalde: el relato, entre indignante y desalentador, de la forma como todos los actores buscaron en el IFE ventajas que la ley no les otorgaba y la forma como el IFE cayó en el juego, negándose unas veces a la presión, pero yendo otras más allá de sus facultades para satisfacer la exigencia de los partidos.
Omito juicios favorables o contrarios porque me parece que ésos debe sacarlos el lector.
El juicio político condenatorio sobre la elección de 2006 ha sido pronunciado ya por los partidos y el gobierno federal. El juicio histórico es otra cosa. Escribí para la solapa del libro unas palabras que resumen mi convicción:
“Hemos oído todo sobre Ugalde y su presidencia del IFE. Es hora de oírlo a él. Así lo viví cuenta una historia dura y fascinante; la de una democracia sin demócratas”.
No comments:
Post a Comment