Wednesday, February 14, 2007

La Ley concederá la nacionalidad española a nietos de emigrantes asturianos
02/02/2007 ROCIO GARCIA
Los hijos o nietos de emigrantes asturianos están más cerca de conseguir el pasaporte español. Será, como pronto, en el plazo de seis meses, fecha límite puesta por el Gobierno Central para que el Ministerio de Justicia lleve a cabo la pertinente reforma de Código Civil e incluya la posibilidad de nacionalizar a los descendientes de asturianos que, hoy por hoy, viven fuera del país, sobre todo en América del Sur. El proceso comenzó el pasado 15 de diciembre, con la entrada en vigor del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior, al que dio luz verde el Congreso el pasado mes de noviembre.

Según explicó ayer la directora general de Ordenación Normativa e Informes de la Dirección General de Emigración, Rosa Isabel Rodríguez Varona, en breve "podrán optar a la nacionalidad española aquellos cuyo padre o madre sea español, con independencia de si ha nacido dentro o fuera del país". Esto abrirá dos vías: la de aquellos que nacieron en España y tuvieron hijos en el extranjero, o bien quienes ya nacieron fuera, pero cuyos progenitores (los abuelos de los actuales beneficiarios de esta reforma) sí son españoles. Esta reforma legislativa ampliará, y mucho, las posibilidades de quienes deseen retornar a Asturias. Eso sí, es importante que esta cadena generacional no se haya roto.

Esta novedad terminará con requisitos anteriores, como el de acreditar un año de residencia legal en España para lograr la nacionalización. Aunque resulta difícilmente cuantificable cuántos descendientes de asturianos podrán beneficiarse de esta disposición, desde la Dirección General apuntan a que "serán muchos los que se verán afectados positivamente".

Para Rodríguez Varona, participante en unas jornadas desarrolladas en Gijón sobre emigración asturiana, "España está en deuda con ellos". Solo en el período que abarca desde 1959 hasta 1974, fecha del cierre de fronteras durante la crisis del petróleo, salieron del país tres millones y medio de personas. Un sacrificio, según la directora general, no siempre reconocido por las generaciones posteriores.